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Ethel Nelson: Diálogo con una patóloga y escritora adventista

 

La sala de estar de Ethel Nelson está rodeada de anaqueles llenos de publicaciones que incluyen desde Time, National Geographic y Revista Adventista hasta literatura sobre caracteres chinos, horticultura y religión. Equilibrada y bien educada, la Dra. Nelson ha recorrido un largo camino en la vida, desde el ateísmo al evolucionismo, a la patología y al servicio misionero.

Aunque oficialmente está jubilada, la Dra. Nelson se mantiene muy ocupada dando conferencias sobre la escritura china y sobre temas de salud. Cuando no está viajando, disfruta de la vida en su hogar en Dunlap, Tennessee, en compañía de su esposo, Roger, con quien está casada desde hace 50 años.

La Dra. Nelson nació y se crió en el sur de California, y estudió en la universidad estatal de San Diego. Era atea y una firme creyente en la evolución. Después de dos años en la universidad, descubrió que sus creencias ateas no la satisfacían en absoluto y comenzó a buscar otras alternativas. A instancias de un médico adventista, se trasladó al Pacific Union College, de nuestra iglesia, donde se bautizó. Más tarde, se matriculó en la Universidad de Loma Linda para estudiar medicina. Al cursar su último año conoció a Roger Nelson, con quien se casó más tarde. Juntos han servido 21 años como médicos misioneros en Tailandia. Tienen un hijo, una hija y seis nietos.

Además de sus publicaciones sobre salud, la Dra. Nelson ha preparado el libro The Century 21 Cookbook. También el libro titulado 375 Meatless Recipes, (de recetas sin carne), de los cuales se han vendido 150.000 ejemplares en todo el mundo. Además escribió Eight Secrets of Health para promover un estilo de vida más saludable entre el pueblo asiático. Su interés en el idioma chino la condujo a explorar los caracteres más antiguos de este idioma. Su obra más reciente: Genesis and the Mystery Confucious Couldn’t Solve (Concordia, 1994), trata del “génesis” chino, que incluye la creación, la entrada del pecado y el sistema de sacrificio, todo lo cual se encuentra representado en los antiguos caracteres pictográficos.
 

Dra. Nelson, ¿podemos empezar tratando el tema de su trasfondo ateo?

Mis padres iban a la iglesia muy raras veces y la religión jugaba un papel muy reducido en nuestra familia. Cuando niña, iba a la escuela dominical, pero de adolescente perdí el interés en eso. Asistí a la escuela pública en donde se enseñaba la evolución y los valores cristianos se consideraban como algo mínimo. Con ese trasfondo, yo realmente no tenía ningún concepto acerca de Dios. Era fácil ser atea y lo fui hasta mi segundo año de estudios universitarios. La evolución era mi creencia acerca de los orígenes. Pero, providencialmente, llegué a conocer a un médico cristiano. Ese encuentro cambió mi vida completamente. Me invitó a que asistiera a unas reuniones evangelísticas. Esas reuniones comenzaron con un estudio sobre la creación y la evolución, y por primera vez tuve el desafío de pensarlo bien y considerar la creación como una alternativa viable para los orígenes de la existencia y del universo. Esas reuniones me introdujeron también a las profecías de la Biblia. Mis ideas empezaron a cambiar.

¿Hacia dónde la condujo ese cambio?

Ese mismo médico me animó a que fuera a Loma Linda para estudiar medicina, pero primero tenía que asistir a un colegio adventista. Me sugirió el Pacific Union College. Allí tuve que tomar tres cursos de Biblia para completar lo requerido por el programa de medicina. Ya estaba duplicando mi programa con otras clases, llevando una pesada carga de 20 horas trimestralmente. Jamás había tomado un curso de Biblia y no estaba acostumbrada a memorizar versículos de la Biblia, pero para cada clase tenía que aprender dos o tres versículos de memoria. El Señor realmente me bendijo ya que después de pocos días podía memorizar todos los requeridos rápidamente. Y hasta hoy recuerdo esos versículos, buenos versículos, fundamentales. Con el tiempo me bauticé en ese colegio.

¿Cómo reaccionaron su familia y sus amistades ante su conversión?

Tenía temor de decirle a mi familia que me había bautizado. No sabía cuál sería su reacción pero sabía que no querían que fuera adventista. Sin embargo, para mi sorpresa, lo aceptaron. Tampoco causó ninguna diferencia entre mis amigos. Les hice saber lo que creía y continuaron siendo mis amigos.

¿Cómo fue que usted y su esposo decidieron ser misioneros?

Primeramente recibimos un llamado para ir a Tailandia, pero como todavía no habíamos terminado nuestra especialización, nos dijimos: “Tal vez el año que viene”. Al final del año fuimos invitados a ir al hospital de Penang, en Malasia. Así que le escribí a mi amiga en Bangkok que íbamos a Penang. Ella inmediatamente nos envió un cable diciendo: “Suspendan el llamado a Penang... Llamado de Bangkok va en camino”. Pronto llegó el llamado formal y nos fuimos a Bangkok donde necesitaban ayuda desesperadamente. Fue así que Tailandia llegó a ser nuestro hogar por los 17 años siguientes. Nuestros tres hijos nacieron y crecieron en ese país. Pero con el tiempo tuvimos que regresar a los Estados Unidos por la educación de ellos. Después de diez años regresamos a Tailandia para servir por cuatro años más.

¿Cuál fue su trabajo en Bangkok?

Hace cuarenta años, la medicina no era tan especializada como lo es ahora, pero en ese tiempo ocupábamos la delantera. Necesitábamos técnicos, de manera que inicié un programa de laboratorio médico, el primero en Tailandia. Era una época cuando sencillamente no había entrenamiento local y los médicos tailandeses viajaban al exterior. En ese tiempo, el Hospital Adventista de Bangkok era reconocido localmente como el mejor hospital de Tailandia. Allí presenté disertaciones sobre laboratorio e inicialmente ejercí la medicina general, obstetricia y ginecología.

Entonces se me presentaron una variedad de oportunidades. Una vez una epidemia de dengue, una fiebre con hemorragia, azotó a los niños en Bangkok. Esto me dio oportunidad de realizar investigaciones sobre hematología, lo que produjo la publicación de siete artículos sobre el tema en revistas de medicina. Había hecho mis muestras de médula en los huesos de niños y adultos y descubrí que el virus hace desaparecer completamente la médula en los huesos por uno o dos días. Si se la examina durante ese tiempo, la médula parece como anemia aplástica; no existe nada. Al dengue también se le llama “fiebre rompe huesos”, con los peores síntomas de influenza por lo adoloridos que se sienten los huesos debido, sin duda, a la aglomeración de las células en la recuperación de la médula. Además se produce una hemorragia porque las plaquetas desaparecen. Aunque actualmente no lo es, en ese entonces era fatal en los niños, especialmente durante esa primera epidemia.

¿Alguna razón en particular por la cual escogió especializarse en patología?

Probablemente, de contumaz que era. Cuando estaba en la universidad, me gustaba mucho patología. Es como el trabajo de un detective. Siempre me interesó la investigación, pero nunca soñé que me dedicaría a ella. Había planeado dedicarme a la obstetricia y ginecología. En ese tiempo la segunda guerra mundial recién había terminado y los médicos que habían servido en las fuerzas armadas y estaban regresando a su patria tenían la prioridad en los programas de especialización. Por ello mi solicitud de residencia en obstetricia fue negada. Creí que la patología era un trasfondo magnífico para cualquier otro campo en la medicina, de manera que pensé que tomaría un año de patología y que luego lo aplicaría a mi residencia en obstetricia. Después de un año creí que tendría una buena oportunidad, pero todavía no fui aceptada, así que tomé otro año de patología. Al año siguiente se me preguntó si quería hacer una especialidad en obstetricia. Mi respuesta fue: “No, quiero ser patóloga”. Realmente creo que el Señor me dirigió, pues había gran necesidad de patólogos en Bangkok.

¿Qué comprende la patología?

Cuando yo estaba en la universidad, la patología se dividía en dos partes: Diagnóstico de laboratorio clínico y patología de la anatomía. Ahora existen más áreas. En ese tiempo no teníamos máquinas sofisticadas para hacer todo el trabajo. Mayormente su orientación era hacia la química, la bacteriología, la parasitología y microscópica. La patología de la anatomía se dividía en autopsia y cirugía. Todo tejido que se remueve debe pasar por patología. En el área de laboratorio clínico me gustaba especialmente la hematología, o sea el estudio de enfermedades de la sangre. Además, me permitía tener más contacto con los pacientes.

Cambiando de tema, ¿cómo llegó a interesarse en la investigación de caracteres chinos?

Hace 25 años se me cruzó en mi camino el libro titulado: Genesis and the Chinese, escrito por el pastor Kang. Me interesó inmediatamente. ¡No puede haber ninguna conexión entre el Génesis y los chinos!, pensé. Por pura curiosidad abrí el libro y me enteré que los caracteres chinos son pictogramas que relatan la historia de la creación. Empecé a usarlos para dar estudios bíblicos a estudiantes en Bangkok y cuando regresé a los Estados Unidos lo guardé por dos o tres años. Luego le escribí al pastor Kang en Singapur y le pregunté: “¿Tendría usted interés en poner su libro al día y dedicarse a escribir otro?” El se emocionó con el asunto y trabajamos un año por correspondencia. Luego fui a visitarlo en Singapur. El resultado fue Discovery of Genesis (Concordia, 1979).

¿Qué descubrieron?

Hicimos una investigación de caracteres chinos y descubrimos muchos más además de los que Kanga encontró originalmente. Encontré formas más antiguas de caracteres desde la dinastía de Shang, de 1700 a. de C. Por ejemplo, el carácter de Shang Di. Muchas narraciones han relatado a través de los siglos cómo Shang Di era el dios creador que solamente hablaba y las cosas cobraban vida. Los antiguos caracteres chinos muestran la historia de la creación con Adán, Eva, el Jardín del Edén y los dos árboles. Un carácter, por ejemplo, tiene una oveja representando el cordero de Dios, dibujado sobre el símbolo que significa “mi” o “yo”. Una mano en el símbolo de “mi” sostiene un arma. Este carácter representa la justicia. Ahora se escribe de otro modo, pero los significados son los mismos.

Con el transcurso del tiempo, los chinos se olvidaron de estas raíces y comenzaron la adoración a sus antepasados. El budismo fue introducido desde la India y se desarrolló una religión indígena, el taoísmo. Mucha gente no se da cuenta, pero Confucio era un creyente de Shang Di. Sin embargo, sus seguidores empezaron a adorarlo a él en lugar de Shang Di. Se han olvidado de sus creencias originales y no se les ha dicho nada al respecto. Los chinos consideran el cristianismo como una religión de extranjeros, pero en sus caracteres se encuentra la historia de quién es Dios. Estos caracteres chinos pueden servir como un puente para poder entender la Biblia y el cristianismo.

Hace poco me enteré de que un chino en Colorado Springs estaba viajando a Taiwan con un grupo de profesionales para recibir entrenamiento en asistencia en caso de desastres y que consideró que Discovery of Genesis era un medio útil para introducir el cristianismo en Taiwan. Como resultado, 25 de 153 profesionales chinos, incluyendo médicos e ingenieros, entregaron su vida a Jesús. Reconocieron que el cristianismo siempre existió. Los evangelistas en Japón y Corea también están interesados en el tema. Ahora pueden relacionar el cristianismo con los caracteres chinos y usan este conocimiento para mostrar a su gente que el cristianismo no es una religión extranjera.

Entrevista por Christina Hogan. Christina Hogan es una graduanda de inglés y periodismo en la Southern Adventist University, Collegedale, Tennessee. También es redactora asociada del periódico de la universidad, Southern Accent. La dirección de la Dra. Nelson es: HCR 65 Box 580; Dunlap, TN 37327; EE.UU. de N.A.


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