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Un perfume de vida

Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo Jesús y que por medio de nosotros da a conocer su mensaje, el cual se esparce por todas partes como un aroma agradable. Porque nosotros somos el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios, y que se esparce tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden. Para los que se pierden, este incienso resulta un aroma mortal, pero para los que se salvan, es una fragancia que les da vida” (2 Corintios 2:14-16, Dios habla hoy).

¿Chanel No. 5? Puedo olerlo todo el día. Puedo reconocerlo desde lejos. Me hace volver el rostro hacia el lugar desde donde procede.

Pero yo soy algo más que Chanel No. 5. Soy un perfume viviente. Escucha lo que dice el apóstol Pablo: “Nosotros somos el olor... que se esparce... entre los que se salvan”. La metáfora empleada por el apóstol va más allá de las simples palabras. Afirma lo que Dios ha hecho en nosotros a través de Cristo. Como cristiano, “exhalo un dulce aroma que asciende a Dios”. Poseo “un aroma impregnado de vida”. Pero, ¿cómo reaccionan los demás ante esta fragancia ambulante? ¿Les agrada? ¿Se sienten atraídos a ella? ¿Refleja la plenitud de la vida, el gozo radiante y la esperanza con su impacto positivo?

Jacob era un panadero en cierto pueblo judío. Todas las mañanas, una larga fila de personas se formaba ante la puerta de su panadería que producía el mejor pan de la ciudad. Era el mejor no solamente en cuanto a sabor, sino también en la sabiduría que lo acompañaba. El panadero sabía cómo vender su producto. El conocía bien a las personas a quienes les vendía su pan. Juntamente con el pan, les daba a sus clientes algo para pensar, para reír o por lo cual tener esperanza. Durante las largas horas de la noche se encorvaba sobre la mesa para escribir en pedacitos de papel un poquito de su sabiduría. Una de esas pequeñas notas vino a parar dentro de la masa de uno de los panes.

La dama que la encontró la impresionó con lo leído. Pronto toda la comunidad se enteró acerca del secreto de Jacob.

¿Cómo sabía tanto este Jacob? Todos lo querían descubrir. Pronto se empezaron a juntar pequeños grupos del Club de Admiradores de Jacob frente a su panadería. Jacob los escuchaba, contestaba sus preguntas, y reía o lloraba con ellos, según lo demandara la ocasión.

Cierto día, un hombre, en su altivez, le preguntó al panadero con una mirada que reflejaba su anhelo por recibir un consejo sabio: “Jacob, deseo que mi vida deje una profunda huella en los demás”.

—Cada vida es una huella —le contestó Jacob.

—¿Qué quiere usted decir? —dijo el hombre.

—Somos las huellas digitales de Dios —respondió Jacob.*

Una historia sencilla, con un mensaje poderoso. Si tú eres cristiano, entonces tu religión tiene que ver con comunicación. A dondequiera que te vuelvas, tu vida proyecta una imagen. Eres un perfume viviente. ¿Es la tuya una imagen agradable, un aroma fragante? ¿Se interesa la gente en la imagen que proyectas? ¿Transmites la fragancia del amor, la fe y la esperanza?

Dijo Jesús en cierta ocasión: “El que me ha visto, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Jesús reflejaba a su Padre en sus palabras, en su vida, en sus relaciones. Nada en su vida contradijo la voluntad o el propósito de Dios. Fue un perfume para Dios. Ver a Jesús era ver al Padre. Estar con Jesús era estar con Dios. De manera que cuando Jesús dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21), espera lo mismo de nosotros. El vernos a nosotros debería ser el equivalente a verlo a él. Debemos reflejar su imagen, llevar su mensaje, ser su aroma o perfume.

Nuestra vida es nuestro testimonio. Podemos ser pobres; podemos ser ricos; podemos ser personas educadas; o podemos no serlo; pero si somos cristianos, debemos llevar con nosotros el aroma del amor, del gozo y la esperanza.

Y si lo hacemos, los demás lo sabrán. “Aquí viene un cristiano”, dirán.

Huellas digitales de Dios. Aroma impregnado de vida. Comunicadores de la imagen de Dios. Dondequiera estemos.

Nacido en Polonia, Ray Dabrowski presta sus servicios como director de comunicaciones de la Asociación General. Su dirección es: 12501 Old Columbia Pike; Silver Spring, Maryland 20904; E.U.A. Su dirección E-mail (vía CompuServe): 74431, 1570.

*Jacob’s Journey, Noah BenShea (New York: Villard Books, 1991).


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