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Alois Kinder: Diálogo con un hombre de negocios adventista en Austria

 

Optimo es una empresa manufacturadora que representa el optimismo cristiano en su mejor expresión. Esta industria nació en Braunau, Austria, la misma ciudad donde Hitler vio la luz. Y allí terminan las coincidencias. Optimo fue fundada en un establo abandonado para dar oportunidad de trabajo a los estudiantes que asistían al Seminario Adventista de Bogenhofen, próximo a esa ciudad. Esta empresa ha tenido una historia única en el comercio europeo de postguerra. Su primera función es ofrecer al público una buena noche de descanso. Camas modernas, colchones de todo tipo, y las estructuras adecuadas para sostenerlos, son parte de una línea de producción desarrollada de acuerdo con las más elevadas normas de calidad bajo la marca de fábrica Optimo. Es bien conocida en Austria, Alemania, Italia, Suiza y Escandinavia, entre otros países.

Al comienzo, durante las tensiones económicas de postguerra, Optimo se encontró como un enano luchando por sobrevivir entre los gigantes de la manufactura. Tenía que competir con 17 otras empresas en la industria de camas. Pero tras varios años de crecimiento sostenido, Optimo es actualmente la más grande de las dos industrias de su tipo en Austria. Desde aquel pequeño establo, la compañía se ha desarrollado hasta convertirse en un poderoso centro industrial que opera en seis enormes salas ensambladoras, produciendo 2.000 estructuras para camas por día, en contraste con las 1.600 al año que producía en 1955.

El hombre detrás de esta historia de dramático crecimiento se llama Alois Kinder. Sin embargo, es él quien se anticipa a rechazar cualquier crédito personal. Para este comerciante adventista, toda la gloria debe ser dada a Dios. Kinder considera a Optimo como un negocio que nació como un gran sueño, y fueron esa visión y la fe las que contribuyeron a su fenomenal crecimiento.

Alois Kinder es un hombre que se hizo solo. Al finalizar la segunda guerra mundial, tanto él como su familia alemana, tuvieron que huir de Yugoslavia, dejando atrás todas sus posesiones. Ello llevó a Alois hasta Austria donde trabajó en granjas cuidando vacas. Pero Dios tenía otros planes para él. Por sugerencia de un primo, Alois se unió al Seminario Adventista de Bogenhofen. El administrador de ese seminario advirtió que había un industrial en potencia en Alois y lo instó a participar en el establecimiento de Optimo. Alois se sumergió tanto en el proyecto que pronto llegó a encabezarlo, transformando esa iniciativa en lo que ha llegado a ser hoy.

Se retiró del servicio activo en 1996, dejando la conducción de las operaciones diarias de la empresa en manos de la próxima generación. Sin embargo, Alois Kinder continúa siendo un testigo de lo que Dios puede hacer por medio de dedicados y fieles individuos como él.
 

¿Se ve usted a sí mismo como quien se ha hecho solo en la vida?

No necesariamente. Mire, yo nunca estuve solo. Siempre sentí la guía de Dios en mi vida. Todo lo que he hecho, incluido Optimo, es un regalo de Dios. El me dio los talentos, la motivación y la habilidad para salir adelante. El me ayudó a transformar cada desafío en una oportunidad. No tuve educación formal. La guerra obligó a mi familia a dejar nuestro hogar y todo lo que teníamos en Yugoslavia. Pero aún entonces nunca estuve solo. Dios fue bueno conmigo.

Desde el momento en que se fundó Optimo, usted se sumergió tan completamente en este proyecto que todos los que lo conocen de aquellos tiempos dice que usted estaba “casado” con Optimo.

¡Hasta mi esposa me hacía esa clase de bromas! Pero el éxito en cualquier clase de emprendimiento no puede venir sin dedicación completa. Desde luego, eso no quiere decir que uno debe estar tan preocupado por los negocios hasta el punto que afecte su relación con Dios y con su propia familia. Cuando estábamos levantando esta empresa me sorprendí a mí mismo desgarrándome entre mis deseos de alcanzar el éxito en los negocios y cumplir con mis deberes de esposo y padre. No era raro para mí trabajar hasta bien entrada la noche y salir luego para emprender un viaje de negocios. Hubo ocasiones en que era difícil encontrar tiempo libre para estar con mi familia. La conducción del hogar quedó en las capaces manos de mi esposa. Ella comprendía muy bien mi situación. Y estoy agradecido a Dios porque mis tres hijas la entendieron también.

El mundo de los negocios actual es un lugar donde es difícil hallar la consideración humana. ¿Ha sido esta su experiencia también?

La vida parece haber cambiado dramáticamente en los años recientes. Inmediatamente después de la segunda guerra mundial, cuando la pobreza era común, la gente no era tan arrogante e indiferente entre sí como lo es hoy en día. En esa época, cuando visitaba clientes, los solía conocer junto con sus familias. “Visite nuestra planta” era una invitación que se me hacía a menudo. Conocía a sus hijos. En varios casos los mismos hijos se hicieron cargo de los negocios de sus padres y fue así como ellos también llegaron a ser clientes nuestros. En esos días, eran de esperar las manifestaciones de gentileza humana, las que a su vez eran generosamente retribuidas. Actualmente, en la edad de la supertecnología y la aguda competencia, cada uno y cada cosa parece haberse vuelto parte de una máquina gigantesca. Una pared invisible se ha levantado entre los individuos en la comunidad, en el trabajo y hasta en la iglesia.

¿Quiere decir usted que la frialdad y la desconfianza se han extendido por todas partes?

Efectivamente. Permítame contarle una experiencia personal. No hace mucho tiempo, estaba visitando a un cliente que me dijo: “Señor Kinder, tenga la amabilidad de sentarse aquí, ¡ y por favor, no camine por la mueblería!” Quedé muy sorprendido y sin saber cómo reaccionar ante semejante orden. Aunque quería recorrer el comercio, como lo suelo hacer habitualmente, se me había prohibido en una manera muy clara que no lo hiciera. Las explicaciones vinieron luego. Pero advertí que estaban inspiradas en la desconfianza y el temor de que yo pudiera espiar en favor de la competencia. Una idea ridícula, pero así son las cosas hoy en día.

¿Es posible poner en práctica los principios cristianos en el mundo de los negocios de estos tiempos?¿Animaría usted a los adventistas a entrar en el ámbito comercial actual?

Sí, claro que sí. Aunque es muy importante tener sólidos principios y adherirse firmemente a ellos. Prácticamente todos aquellos con los que sostengo relaciones comerciales saben que no bebo ni fumo, y evitan ciertas actividades cuando yo estoy en su compañía. Aceptan esto, y de hecho, respetan mis principios. A la gente le gusta hacer negocios con quienes han ganado reputación de íntegros. Como dijo nuestro Señor: “Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no” (Mateo 5:37).

¿Qué envergadura tiene ahora Optimo?

Al comienzo Optimo sólo fabricaba estructuras para camas. Luego, se agregaron los colchones. Actualmente, podemos decir con justicia que somos responsables del descanso saludable de los austríacos. No exagero cuando digo que la mayoría de los austríacos y muchos alemanes duermen sobre nuestros productos. Hacemos envíos a mil mueblerías diseminadas por Austria, Alemania, Italia, Suiza, Escandinavia e incluso Israel; un 39% de nuestra producción está destinada a la exportación.

Las relaciones humanas juegan una función importante en el éxito de una empresa. Como hombre de negocios e industrial emprendedor y exitoso, ¿qué diría usted sobre este aspecto?

Sin relaciones humanas apropiadas y adecuadas nada es posible en la vida. Aún cuando es probable que haya que tomar decisiones difíciles y hasta negativas, nadie debe permitirse rebajar la dignidad de la persona con la que está tratando. Siempre he tratado de respetar la calidad humana de los demás. Esto es muy importante. La gente es consciente de ello y tiende a actuar recíprocamente. Tal actitud tiene también consecuencias de orden práctico. Hasta el día de hoy los sindicatos o gremios no han podido hacer ni una mella en nuestra empresa y como resultado no han logrado crear enemistad entre la administración y los trabajadores. Continúan viniendo vez tras vez tratando de convencer a nuestros obreros a unirse a ellos, pero no hay ninguno que manifieste interés.

¿Cómo se resuelven los problemas de trabajo en Optimo?

Los dirigentes deben mostrar comprensión y empatía. En Optimo tratamos de comprender a la gente desde su perspectiva antes de abordar el problema. A veces es necesario transitar cierta distancia, equivalente a la segunda milla, para encontrar a la gente donde se halla. Desde que me jubilé, mi tarea especial es dialogar con nuestros obreros y empleados. Muchos de ellos tienen numerosos problemas. Sus matrimonios pueden estar en conflicto. Las mujeres pueden necesitar flexibilidad en el horario para atender a sus familias y cumplir con sus responsabilidades en el trabajo. Cada empleado es diferente. Nosotros tratamos de escuchar a todos. Mostramos comprensión. Ese tipo de relación generalmente crea un buen ambiente en el lugar de trabajo.

Los supervisores de las empresas son frecuentemente autoritarios con sus empleados. ¿Cómo son los dirigentes en Optimo?

Una empresa puede ser manejada de dos maneras. Una, autoritaria. El administrador crea los reglamentos y establece los objetivos por su cuenta, y espera que los trabajadores hagan el trabajo. El trabajo se realiza, pero a un precio. La segunda manera es la más placentera. El administrador considera a los empleados como sus socios. Ellos se sienten unidos a la empresa. Hay para dar y tomar. Eso es cooperación. El trabajo se vuelve una aventura compartida. Esto es lo que Optimo ha tratado de hacer. Muchas veces me he unido a los obreros en su labor. Son mis colegas y son mis amigos. Es común que ellos tengan mejores ideas que yo sobre cómo realizar una tarea más rápida y eficientemente. Los he reconocido y los he honrado por ello. Tratamos de alcanzar juntos un objetivo empresarial común. Con esa clase de atmósfera en la compañía, uno puede lograr mucho más.

Como un empresario cristiano próspero, ¿cuál es su filosofía comercial y su consejo a los jóvenes adventistas de ambos sexos que planean entrar a trabajar en el mundo de los negocios?

Mi filosofía comercial es bastante simple. Somos mayordomos y administradores de lo que Dios nos ha confiado. Debemos reconocer que sea en el comercio, la industria, la educación o en cualquier profesión u ocupación, lo que tenemos no es nuestro, sino que es un regalo de Dios; él es el dueño y nosotros los mayordomos de esa propiedad. La prosperidad y la satisfacción personales vendrán naturalmente como fruto de la entrega personal a esa clase de filosofía. La juventud adventista que aspira a entrar en el comercio o la industria debe asegurarse que al hacerlo esté motivada por el sincero deseo de cumplir la voluntad de Dios en su vida. El materialismo nunca debiera ser el motivo principal. ¡Conviértete en un canal de las bendiciones de Dios y experimentarás un verdadero gozo y la plenitud en tu vida!

Entrevista de Hans Matschek. Hans Matschek enseña inglés en el Seminario Adventista de Bogenhofen, Austria. La dirección de Optimo es: Industriezeile 10; A - 5280 Braunau; Austria. E-mail: windisch@optimo.at


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