Diálogo Universitario English
Español
Português
Français
Una revista international de fe, pensamiento y acción   Inicio Suscríbete
Versión Impresión

El autodiálogo: Cómo puede ayudarte

Cuando éramos niños nos reírnos de aquellos que oíamos hablar consigo mismos. Decíamos que se estaban volviendo locos. Pero, en verdad, nosotros nos estamos hablando constantemente, sin interrupción, y lo que nos decimos afecta nuestros pensamientos, interpretaciones y conducta a través de toda nuestra vida. Podemos ir hacia adelante, motivarnos, o deprimirnos, llegar a vacilar íntimamente a causa de ese diálogo interior. Y lo que nos digamos puede tensionarnos, ponernos fuera de nosotros mismos, calmarnos o disipar nuestros temores.

Supongamos que tú estás buscando trabajo y ves al pasar un aviso atractivo. ¿Irás a la entrevista? Mucho dependerá de lo que te digas interiormente. Si piensas: “Nunca voy a conseguir ese trabajo. Por nada del mundo me van a querer a mí”. En ese caso ¡mejor sería que ni lo intentes! Sin embargo, si te repites a ti mismo: “Hmm, va a ser difícil, pero creo que tengo posibilidades. Haré lo mejor que pueda”, con esa manera positiva de ver la misma situación tú puedes animarte a concertar una entrevista. Es sorprendente cómo el hablar con uno mismo se parece en mucho a una profecía de autocumplimiento. Esto es, que algo que deseas por mucho tiempo que suceda, llega a suceder debido a tu propia intervención personal.

La conversación interior y la interpretación de las circunstancias

Otro hecho interesante sobre el asunto de hablarse a uno mismo es que afecta la manera en que interpretamos lo que sucede en nuestra existencia. Muchos creen que hay situaciones que causan enojo, dolor, pena o ansiedad. Gracias al trabajo de Albert Ellis, Aaron Beck y Daniel Meichenbaum entre otros, ahora sabemos que es realmente nuestra creencia sobre lo que nos pasa lo que nos hace responder de la manera en que lo hacemos en cualquier situación. Por ejemplo, un joven le regala a su novia una docena de rosas rojas. Ella lo ve venir y se dice a sí misma, sonriendo: “El me ama de verdad. Se acordó de mi cumpleaños. Yo soy algo especial para él”. ¿Cuál te imaginas que será su reacción? Cualquier cosa que ella haga, ya sabemos que será positiva, ¿verdad? Pero, por otro lado, supongamos que ella piense para sus adentros: “¡Sinvergüenza! El sabe que lo descubrí saliendo con Tere y ahora me trae flores nada más que para apaciguarme. ¡Hemos terminado!” ¿Cómo le responderá la novia a su novio en este último caso? Con rosas o sin ellas, seguramente que la actitud no será positiva, en manera alguna. E incluso si él le dice: “¡Es que yo verdaderamente te amo sólo a ti!” pero la novia continúa creyendo y pensando que él es un sinvergüenza, nada hará que cambie de idea y tampoco cambiará su reacción.

Ahora bien, si ella va a caer en un estado depresivo o no, dependerá también de lo que se diga a sí misma. Supongamos que diga para sí: “Yo no soy buena. Yo no soy atractiva... es por eso que él está saliendo con otra”, entonces lo más seguro es que con esto reafirmará sus sentimientos de baja autoestima e incluso puede caer en la depresión. Sin embargo, si se dice a sí misma: “Me alegro porque descubrí quién es realmente. Yo merezco algo mejor. Estoy dispuesta a esperar a alguien que me ame como deseo ser amada”, entonces podrá sobreponerse a la situación más rápidamente. Como advertirás, no es en realidad la situación la que afecta nuestros sentimientos, sino más bien lo que creemos y nos decimos a nosotros mismos acerca de lo que sucedió, lo que nos hace sentirnos como nos sentimos.

Conversando negativamente con nosotros mismos

Una de mis historias bíblicas favoritas ilustra cuán poderoso puede llegara ser el hablarse a uno mismo. Se encuentra en 1 Reyes 18 y 19. Allí Dios le pide a Elías que vaya y confronte al rey Acab, la reina Jezabel y los 450 profetas de Baal, para ver quién era más poderoso: si Baal o el Dios de Israel. Después de un largo día, agotador, viendo a los profetas de Baal que clamaban y rogaban a su dios sin fortuna, Elías se levanta, pronuncia una simple oración a Dios y... ¡zas! El sacrificio, que había estado empapado en agua, fue consumido súbitamente por una bola de fuego caída del cielo. Y como gratificación extra, no bien Elías había concluido su súplica a Dios para que los tres años de sequía finalizaran, “los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia” (1 Reyes 18:45). ¡Qué día de victoria para Elías y todos los seguidores de Dios! El poder de Dios se puso de manifiesto para que todos lo presenciaran.

Pero parece que dicha experiencia no había resultado suficientemente extraordinaria para Elías, pues inmediatamente después de su gran triunfo se sintió tan intimidado por Jezabel, que no sólo huyó al desierto para ocultarse de ella, sino que expresó deseos de morirse: “Basta ya, oh Jehová, quítame la vida” (1 Reyes19:4). Esta reacción no tiene sentido alguno para cualquiera de nosotros cuando la contemplamos. ¿Cómo podía Elías en un momento experimentar el gran poder y la omnipotencia de Dios y en el siguiente huir asustado? ¿Qué le estaba pasando?

Es un buen ejemplo de un monólogo interior irracional. Seguramente la conversación que Elías sostuvo consigo mismo pudo ser: “Mejor me voy de aquí. Jezabel me va a matar. ¿Qué pasará si Dios no me ayuda? ¡Estoy sentenciado!” Aun cuando Elías corría en medio de la lluvia enviada por su propio pedido por el Dios Todopoderoso, su conversación negativa consigo mismo lo abrumó completamente.

Huyendo de lo negativo

Afortunadamente podemos terminar con el diálogo interior negativo que nos enferma, y hacer que nuestros pensamientos obren a nuestro favor y no en contra de nosotros. ¿Cómo? Prueba los siguientes cinco pasos:

Primero, escucha tu conversación interior, y entrénate para escuchar exactamente los pensamientos que causan las emociones que percibes. Debido al desarrollo de nuestras actitudes y creencias a través de nuestra vida, con frecuencia el resultado de las reacciones que recibimos de nuestros seres queridos, profesores, amigos, etc., tienden a producirse en un nivel no muy profundo de nuestras conciencias. Al sintonizar esos sentimientos, identificándolos y evaluándolos, podremos decidir cómo responderemos ante un acontecimiento determinado de nuestra existencia. Podemos cambiar los pensamientos que nos conducen al fracaso sólo si primero los conocemos. Repítelos en voz alta. Si no los reconoces, continuarán dominando tu mente.

Segundo, elimina los mensajes que constituyen un detrimento de tu diálogo interior y de ti mismo. Identifica aquello que envenena tus pensamientos y los debilita. Algunas palabras claves para repasar son las de absolutos tales como “nunca” y “siempre”. Afirmaciones como “Nunca voy a formar mi equipo” o “Siempre fracaso”, no sólo son destructivas sino irracionales. Imagínate que estás tratando de desarrollar una nueva habilidad como esquiar, y continuamente te caes. Eso te frustra. Cuando sintonizas tu diálogo interior podrías descubrir, por ejemplo, que tu cuerpo te está diciendo que estás físicamente en malas condiciones y debiste prepararte mejor para lograr tu deseo de esquiar. ¿Verdad? Si es así, entonces haz algo. Practica en las pistas de descenso más fáciles, toma lecciones, inicia un plan diario para mantenerte en buenas condiciones físicas. No obstante, si cuando escuchas tu conversación interior te oyes diciendo: “Soy tonto y estúpido y nunca voy a aprender a esquiar”, esto será la señal de que lo que te estás diciendo debe ser corregido, y corregido inmediatamente. En este caso el diálogo interior es irracional.

Tercero, elimina las palabras negativas para realmente decirte a ti mismo que “PARE” esa idea. Esto te sacará del ciclo negativo en que probablemente te encuentras. Cuanto antes lo hagas, será mejor.

Cuarto, sustituye lo negativo con una conversación interior más positiva. La clave está en insertar lo positivo tan rápida y tan concretamente como sea factible. Por ejemplo, si tú te sorprendes a ti mismo diciéndote: “Nunca voy a pasar este examen”, suspende ese pensamiento negativo inmediatamente y reemplázalo por una convicción que sea más racional y acertada, como por ejemplo: “Podré pasar el examen si me preparo adecuadamente. No soy tonto. He pasado otros tests anteriormente. Voy a comenzar a prepararme ahora mismo”. No sólo esta idea será más realista, sino que también reemplazará la actitud negativa por una más productiva y superadora que la anterior.

Quinto, mantén una estrecha relación con Dios, permitiéndole que viva en ti, para que su paz y su Palabra que mora “en abundancia” en nosotros, te enseñe y exhorte “en toda sabiduría” (Colosenses 3:16). Una vida dedicada a Dios pronto lleva a decir: “Cristo vive en mí” (Gálatas 2:20) y uno elige ser influido por su Palabra. Aunque el pensamiento secular originado en la íntima manera de pensar de las personas influye por sí mismo en sus vidas y en las de otros, los cristianos creen que pueden ser influidos por la conversación interna originada en su dominio espiritual interior. En otras palabras, la mente humana puede encontrar un nuevo recurso en Dios, el cual puede también mejorar nuestro diálogo interno. Los pensamientos tales como “Yo no sirvo para nada” pueden ser transformados en: “Dios me amó tanto que murió para darme vida eterna. Soy valioso” (Juan 3:16). O mensajes como: “Estoy solo y no tengo a nadie” pueden ser sustituidos por las palabras de aliento de Cristo que nos dice: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18).

Los pensamientos de Pablo, cuando son interpretados a la luz de la importancia del diálogo interior positivo, adquieren un significado completamente nuevo: “Por lo demás, hermanos, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced…Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:8-9, 7).

Repitiendo estos pasos podrás adquirir el hábito de pensar positivamente. Sé paciente contigo mismo. Puede tomarte semanas o meses neutralizar tu repertorio de mensajes negativos. El identificar esta suerte de “autoadoctrinamiento”, desafiarlo y reemplazarlo por una saludable conversación interior llevará tiempo, así como lleva tiempo desarraigar cualquier otro hábito. Puede requerir mucho trabajo, pero valdrá la pena. Te asombrarás de cuánto más eficientemente vivirás cada día, lo que te permitirá disfrutar de una vida más saludable, feliz y productiva.

Nancy Carbonell (Ph.D. Andrews University) es profesora asociada de psicología en la Universidad Andrews. Su dirección: Andrews University; Berrien Springs, Michigan 49104; E.U.A. E-mail: carbonel@andrews.edu


Sitio

Suscríbete