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Mary Grace Gellekanao: Entrevista a una concertista especial

 

Una gozosa expectativa se difundía por el ambiente. Los padres, abuelos y demás miembros de la familia se encontraban en el Centro Médico de Riverside, en la ciudad de Bacalod, Filipinas, aguardando las noticias que llegarían de un momento a otro. Por fin llegó el instante cuando una niña, la primogénita de esos padres, llegó a este mundo, y se pudo escuchar la típica exclamación. Todo nacimiento de un nuevo ser provoca una alegría especial, pero junto con la alegría habitual esta niña acarreó una gran preocupación para sus padres y sus abuelos. Nació con un defecto congénito: le faltaba parte del brazo derecho. Los padres le pusieron por nombre Mary Grace, como para recordar la tranquila resignación y la fe sin sobresaltos de la María de la Biblia y como para que entendieran que ese pedazo de vida era ciertamente un regalo de Dios para todos ellos, el mismo que debían educar en sus elevados caminos y de acuerdo con su voluntad.

Mary Grace Gellekanao vivía con su familia en un edificio que también compartían sus abuelos. Estos derramaron su amor sobre la niña que crecía, y no permitieron que su desventaja física afectara su futuro. Cuando la niña manifestó interés por la música,   en especial el piano, la abuela lo tomó como un desafío personal. Buscó una profesora tras otra, pero a ninguna le interesaba darle clases. ¿Cómo podría una niña con una sola mano dominar el teclado? Pero Grace y su abuela estaban hechas de material muy sólido. No era fácil que se dieran por vencidas. Después de meses de ir desde un lado para el otro de aquella ciudad, la persistencia que compartían dio finalmente sus frutos. Una profesora quiso formar parte del desafío y aceptó darle clases. En ese entonces ella era sólo una niña pequeña.

Hoy, 24 años más tarde, Grace ha dominado el piano y el arte de interpretar música en él. Practica por lo menos cuatro horas por día y puede interpretar muchas obras difíciles. Y también toca el órgano. En 1994 animó a su profesora, Sylvia Javellana, para que presentaran un recital de órgano. Un año después, los Voluntarios para la Rehabilitación de los Discapacitados de su país hicieron los arreglos para que Grace hiciera su debut como pianista. Fue un gran acierto, pero ello era sólo el comienzo.

En 1996, Grace comenzó a participar en giras internacionales y ha estado ocupada desde entonces con sus recitales y sus estudios universitarios. Se graduó en mayo del 2001 de la Universidad   La Salle, Bacolod, recibiendo su diploma en Psicología. Grace espera usar su talento musical para ayudar a otros, especialmente a los discapacitados, para lograr lo que ella alcanzó al aceptarse como una creación especial de Dios, de manera que todos puedan llegar a vivir vidas productivas. Actualmente ella es una de las voluntarias del Movimiento Misionero de los Mil en las Filipinas.


 

Grace, ¿cuando se interesó usted por primera vez en la música?

Cuando tenía unos seis años me empezó a interesar mucho la música. Yo quería interpretarla en un instrumento. Mi abuela tomó en serio estos deseos e hizo todo lo posible hasta que convenció a una profesora de piano para que me diera clases. Mi abuelo estaba más que dispuesto a apoyarme financieramente. Gracias a su confianza en mí, pude descubrir una parte importante de mí misma.

Ciertamente usted descubrió un potencial que estaba oculto.

Gracias a Dios y a mis seres queridos, no pasó mucho tiempo hasta que llegué a comprender qué es la música y qué requiere. Se necesita muchísima fuerza de voluntad y muchísima práctica. Dediqué todo lo que pude a este arte que amo tanto, y hoy estoy en condiciones de tocar piezas difíciles. Irónicamente, mi brazo derecho toca las partes más difíciles de las obras. Reconozco que a veces me duele, especialmente cuando hay que tocar muchas notas seguidas rápida y sucesivamente. Pero me digo a mí misma que el dolor que siento al tocar cada nota es lo que hace que mi música sea más especial que las demás. El sonido de los aplausos me infunde calma, porque le estoy brindando felicidad a mi público. Ellos aprecian mi esfuerzo y eso es una recompensa y un remedio más que suficientes para calmar el dolor de mi brazo.

¿En qué lugares y cuán frecuentemente ha estado ofreciendo conciertos?

Con el apoyo de mi profesora, decidí dar un recital de órgano en 1994, y al año siguiente un concierto de piano. Después las cosas se fueron precipitando. El año que más recuerdo fue 1996. Di recitales en muchos lugares. En febrero ofrecí uno en Guam, en ocasión del 401 aniversario de la Clínica Adventista de ese lugar. Dos meses después, hicimos una gira por Europa con mis condiscípulos de la escuela de música. El concierto que más recuerdo es el de Frankfurt, Alemania, en el Consistorio de Hausen, para el Club de la Familia Offenbach. Entre las visitas se encontraba un ex embajador de las Filipinas en Alemania, el Honorable Francisco del Rosario. Después visitamos otros lugares de Europa, y a nuestro regreso pasamos por Bangkok, Tailandia.

A continuación se fueron sucediendo otros conciertos internacionales. Me solazaba con mi audiencia por las oportunidades que me brindaba mi talento musical y a la vez por el amor y la aceptación que iba ganando en mi familia.

Considerando aspectos culturales particulares, es posible que sus padres hayan tenido que superar sus propias dificultades al afrontar la incapacidad física de una hija, ¿verdad?

Mi infancia fue más bien difícil porque a mis padres les costó mucho aceptar el hecho de que su primogénita había nacido con una discapacidad congénita. Traté de comprender su reacción ante mi desgracia, aunque ciertamente me afectaba mucho su desconsuelo. De todos modos, creo que de un modo u otro he sido afortunada porque Dios me dotó del don de tocar el piano y el órgano, lo que compensa por cierto mi condición.

Estoy feliz porque el Señor ha sido muy bueno conmigo al permitir que todas esas cosas maravillosas ocurrieran en mi vida. ¡Poder tocar me ha dado mucha alegría! Y aunque a veces las cosas no salen como uno quisiera, siempre debemos recordar que todo lo que él permite que ocurra en nuestra vida tiene un propósito. Dios se vale incluso de los más grandes errores y los dolores más intensos para formarnos como personas dignas y de valor.

¿Qué nos puede decir de su experiencia como estudiante?

Mis años de universidad fueron los más memorables para mí. Comencé a tratar a otra gente. Trabé amistad con muchos y comencé a disfrutar de la vida y a compartir mi música. Aunque estudié en una universidad católica, no tuve problemas con mi fe durante mis años de universidad. No tuve que asistir a clases los sábados, y los estudiantes y profesores me respetaban y también respetaban   mis creencias.

He podido conocer a mucha gente buena en mi vida, pero debo mencionar a alguien especial: una amiga que me ayudó a cultivar mi propia estima, a llenar el vacío que había en mi vida y a mantenerme cerca de Dios. Me dio ánimo para enfrentar la vida y me ayudó a confiar en la gente. Cuando era más joven, yo no le podía decir a nadie lo que sentía. Me encerraba en mí misma. Anhelaba sentir que formaba parte de un grupo, que me abrazaran. Pero no viví mucho de eso, hasta que me encontré con esta amiga en la universidad. Como ya lo dije, ella hizo que mi vida tuviera más significado. Me siento tan bendecida porque ella y otras personas como ella se cruzaron en mi camino.

Grace, seré curiosa, ¿por qué usted estudió psicología y no música en la universidad?

Siempre tuve este sueño: llegar a ser misionera por medio de la música, y que mi humilde aporte pudiese ejercer influencia positiva para el bien de los demás. Creo que la combinación de psicología y música me puede ayudar a ser eficiente al aplicar la terapia musical. También espero poder inspirar a otros que padecen de discapacidades. Las discapacidades físicas no impiden ni el éxito ni la felicidad. Quiero que la gente se dé cuenta de esto. Deseo ardientemente que cada minuto de mi vida lo pueda vivir para Dios. Estoy segura de que al ser experta en música tanto como psicóloga me va a ayudar en gran manera a cumplir mis deseos.

¿Puede decirnos algo acerca de la terapia musical?

La terapia musical es la aplicación sistemática de la música en el tratamiento de los aspectos fisiológicos y psicológicos de una enfermedad o discapacidad. Se concentra en la adquisición de habilidades y conductas no musicales, tal como lo certifican los músicos terapeutas acreditados, por medio de evaluaciones sistemáticas y tratamientos planificados.

¿Ha tenido dificultades como consecuencia de sus limitaciones físicas?

Hay momentos cuando me siento un poco desanimada, especialmente si hay cosas que quisiera hacer y no puedo por causa de mis limitaciones. Por ejemplo, necesito que alguien corte mis alimentos cuando como. No puedo ir a patinar. No puedo desenvolver un caramelo como los demás. También me resulta difícil usar el teclado para escribir. Debo usar calzado ortopédico pesado, y ello me cansa.

¿Tiene algún consejo para compartir con nuestros lectores?  

No se desanimen nunca, porque Dios está en el timón. A veces me parece que me voy a desanimar, pero entonces oro, y encuentro en el Señor la fortaleza, el consuelo y el amor que necesito para seguir adelante. Le agradezco porque él siempre está aquí para ayudarme. Lo grande es que él está allí para ti también. Mi himno favorito es "Dios abrirá el camino". Es verdad, él abrirá un camino para nosotros aunque parezca que no hay uno transitable para nosotros. He pasado por muchas cosas desde mi infancia. Era inevitable que algunos de mis condiscípulos me acosaran y me dijeran cosas que me causaban   dolor. Pero desde mi juventud   me he dicho a mí misma: "Lo que Dios hace siempre es bueno". Yo les recomiendo a todos los jóvenes que siempre lo recuerden. Todos somos especiales para él.

Entrevista por Kimberly Luste Maran. Kimberly Luste Maran es redactora asistente de la Revista Adventista, en su edición en inglés. Su dirección electrónica es: marank@gc.adventist.org


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