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Daisy de León: Diálogo con una catedrática adventista dedicada a la investigación científica

 

Al entrar en la oficina de Daisy de León lo primero que el visitante advierte son las fotografías de su familia que decoran las paredes y su escritorio. El mencionar lo simpáticos que se ven los niños en dichas fotos permite conocer la faceta maternal de la doctora de León. Como flamante abuela, exhibe orgullosamente el retrato de su nieta Viviana. Y en seguida nos informa que otra nieta está en camino. Obviamente, la familia es muy importante para la Dra. de León y su esposo Marino, padres de tres hijos.

Nacida en Bronx, Nueva York, la Dra. de León se crió en Puerto Rico. Desde su infancia sus padres insistieron en que obtener una buena educación era una de las cosas más importantes de la vida. En 1977, Daisy se graduó de la Universidad de Puerto Rico, San Juan, con una licenciatura en biología. Tres años después completó su maestría en biología molecular en la misma universidad. Y en 1987 obtuvo su doctorado en endocrinología en la Universidad de California, Davis.

La Dra. de León siempre se sintió atraída por la investigación en el campo de la medicina. Como estudiante, su modelo fue Albert Schweitzer, el brillante músico y teólogo erudito que obtuvo el Premio Nobel de la Paz por su compasiva tarea misionera médica en favor de los leprosos de Africa. Actualmente, la Dra. de León se desempeña como profesora de fisiología y farmacología, y como asistente del decano de diversidad social en la Facultad de Medicina de la Universidad de Loma Linda. Además, está dedicada a la investigación del cáncer de seno en esa universidad, donde trabaja desde 1993.

 

Doctora, vayamos directamente a la investigación que usted viene realizando. Un estudio reciente indica que la incidencia del cáncer de seno en las mujeres francesas fue significativamente menor que el de las mujeres norteamericanas. El estudio sugirió que el vino era el factor que contribuía a reducir la incidencia de este tipo cáncer. Estudios anteriores habían indicado que el consumo de alcohol incrementa la incidencia del cáncer de mama, pero estos resultados sugieren que el efecto protector del vino se debe a un elemento químico que se encuentra en las uvas.

¿Debo entonces decir “Bebamos más vino”? Por supuesto, no. Desde hace un tiempo se han venido realizando estudios para determinar si las uvas contienen algún factor químico preventivo. Los comercios dedicados a la venta de alimentos saludables ofrecen pastillas que contienen extracto de la piel de las uvas. Dichos extractos combinan varias partes de la uva con su semilla, la cual tiene potentes antioxidantes que parecen prevenir el cáncer de mama. Los científicos han encontrado también un par de químicos en el brócoli que inhiben tanto el cáncer de mama como el de próstata. Además, los estudios indican que el consumo de vegetales verdes tiene efectos protectores. De manera que su pregunta en realidad tiene que ver con el régimen alimentario y la nutrición.

Cuando los científicos buscaban identificar el gen que afecta el cáncer de mama, descubrieron que sólo el cinco por ciento de todos esos cánceres eran hereditarios. Aun en el caso de tener un gen malo que pueda incrementar la susceptibilidad a un cáncer de seno, es animador saber que la dieta y la nutrición apropiadas pueden tener efectos preventivos.

Además de los cambios en la alimentación, ¿existe alguna otra medida que las mujeres deben tomar para limitar el riesgo de cáncer de mama?

Es importante que las mujeres conozcan su cuerpo y los cambios que ocurren en sus senos. Si una mujer tiene entre 35 y 40 años de edad, deberá hacer lo que se conoce como examen de base. Después de los 40 es necesario un mamograma anual. La educación sobre estos temas es fundamental para que las mujeres comprendan los riesgos; sin embargo, todavía no hay recetas mágicas para prevenir el cáncer de seno.

Como adventista ¿cómo conecta usted su religión con su profesión?

Primero, reacciono con asombro ante lo creado. Como investigadora científica, estoy fascinada por las maravillas que descubro cada día en el cuerpo humano. ¿Sería posible que este cuerpo y esta mente, junto con el funcionamiento preciso de todos los intrincados sistemas que hay dentro de nosotros, hayan sido el resultado de la casualidad y de una evolución sin rumbo? Cuanto más observo el cuerpo humano y cómo actúa, tanto más me siento obligada a unirme al salmista para exclamar “¡Maravillosamente he sido formado!”

Segundo, siento humildad. Por causa de estas maravillas y porque Dios me ha dado una percepción especial para comprender la manera extraordinaria en que funciona nuestro cuerpo, me siento impulsada a sentirme humilde ante el Creador. Me sobrecoge una profunda experiencia espiritual, y me inspira por encima de todo a servir a Dios, estudiar su creación y aprender siempre algo nuevo en mi campo. Esto me acerca a Dios, porque me hace comprender que nosotros no podríamos existir si no fuese por un Ser todopoderoso que nos ha diseñado de una manera extraordinaria y nos sostiene cada día.

¿Cree usted que puede compartir su fe dentro de su profesión?

Ser una científica y ser cristiana parece incompatible para mucha gente. Sin embargo, esa no ha sido mi experiencia, y sin duda tampoco es el caso de muchos de mis colegas. Vemos que la oportunidad de comprender las complejidades de la creación divina es un modo maravilloso de entender un poquito más a Dios.

Siempre me he sentido cómoda con mis convicciones y valores. Fue magnífico para mí poder investigar y llegar a ser cristiana por mi propia iniciativa. Esto es diferente en el caso de mis hijos, porque se han criado en un hogar cristiano. Por mi parte, siento que ser adventista del séptimo día es lo mejor que les puedo ofrecer; sin embargo, ellos tienen que tomar sus propias decisiones en base a su propia experiencia. Con mi esposo, los hemos criado en un contexto de fe y a la vez les hemos dado libertad de elección con la esperanza de que esa misma libertad los lleve a la que yo creo es la mejor alternativa, la fe viva en Dios.

¿De qué manera integra usted sus distintos papeles como esposa, madre, abuela, catedrática e investigadora?

Vivo un día a la vez y lo acepto tal como viene. He sido muy afortunada, pues mi esposo y yo compartimos las mismas convicciones religiosas y los mismos valores, lo cual nos permite disfrutar de un compañerismo feliz. Valoramos nuestra relación con Dios, lo que es esencial para nuestra relación mutua como esposos. Nos apoyamos el uno al otro como individuos, respetando nuestras diferencias. Ambos creemos que la familia es fundamental.

¿Qué consejo puede ofrecer a nuestros lectores que sienten interés por la investigación científica y les gustaría hacer de esa una opción profesional futura?

La investigación es una ocupación apasionante. Ahora hay diversos programas que permiten que estudiantes desde la escuela secundaria se inicien en ese campo. Muchas universidades ofrecen programas de investigación. Actualmente hay muchas maneras en las que uno se puede involucrar en trabajos de investigación sobre la salud, especialmente en la Iglesia Adventista. Como valoramos el cuerpo, estamos comprometidos con la promoción de la buena salud. La investigación es un factor clave para el avance de la medicina y el cuidado del cuerpo.

Hace más de cien años Elena White —una de las pioneras adventistas— escribió consejos para la preservación de la salud que eran muy avanzados para su época. Por ejemplo, afirmó que el consumo de grandes cantidades de azúcar era dañino para nuestro cuerpo. Ahora sabemos que sus advertencias sobre los peligros del consumo del tabaco eran acertados. ¿No resulta fascinante ver que una mujer con una educación formal limitada haya tenido la sabiduría de origen sobrenatural para guiarnos, a fin de brindar a otros los beneficios de la salud preventiva?

Yo creo que la investigación científica es de importancia fundamental para la humanidad. Me alegra ver que la Universidad de Loma Linda dedica tanto esfuerzo y dinero para favorecer la investigación en varias áreas de la salud. Ello nos permite tener colegas como el Dr. Leonard Bailey, quien junto con su equipo realiza transplantes cardíacos extraordinarios en bebés e infantes. Nuestra universidad avanza al crear un ambiente donde una persona puede sentirse cómoda como cristiana reteniendo sus valores y al mismo tiempo disfrutar de la investigación científica seria.

¿Qué es lo que le brinda satisfacción en su tarea?

Muchas cosas, como culminar un proyecto que me permite contribuir al avance del conocimiento. La oportunidad de apoyar a estudiantes en aquello que hará una diferencia positiva en su vida y a la vez el hecho de contribuir al avance de la ciencia para beneficio de los demás me da una inmensa satisfacción.

Dustin R. Jones es coordinador de proyectos especiales en la Oficina de Relaciones Públicas de la Universidad de Loma Linda. Su correo electrónico: djones@univ.llu.edu. Para contactar a la Dra. Daisy de León, dirigirse a: School of Medicine; Loma Linda University; Loma Linda, California 92350, EE.UU.


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