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Ken D. Bilima: Diálogo con un diplomático adventista de Malawi

 

No muchos adventistas son tratados como “Su Excelencia”. Ken D. Bilima es una excepción debido a su nombramiento como embajador de Malawi ante los gobiernos de Kenya, Uganda, Sudán, Pakistán, y Sri Lanka en el año 2003. Bilima obtuvo su educación terciaria en la Universidad de Solusi, y posteriormente en la Universidad de Africa Oriental, en Baraton, Kenya, donde fue uno de los primeros egresados.

Siempre le interesó la excelencia educativa, y su búsqueda lo llevó a las Filipinas, donde obtuvo una maestría en inglés y educación. Al regresar a su patria, el Prof. Bilima sirvió a la Iglesia Adventista como docente, administrador escolar y como director de Educación de la Unión Adventista de Malawi.

Sus talentos administrativos llamaron la atención del gobierno de Malawi, y en 2003 fue nombrado Vice-Alto Comisionado de Malawi en Nairobi, Kenya.

Cuando no está de viaje, Ken Bilima asiste a la iglesia adventista de Lavington, donde participa en varias actividades con su esposa y sus dos hijos.

Señor Bilima, ¿podría usted compartir con los lectores de Diálogo algunos de sus antecedentes familiares?

Nací en una familia con nueve hijos. Siendo el nuestro un hogar de bajo nivel económico, mis padres debieron sacrificarse para criarnos y educarnos. Pudieron pagar mis estudios sólo hasta el último grado de la escuela primaria. Desde el primer año de la secundaria tuve que trabajar duramente para pagar mis estudios. En esas circunstancias comencé a vender publicaciones cristianas. Puedo decir con satisfacción que Dios me ayudó a sostenerme por ese medio y me acompañó a lo largo de mi carrera educativa hasta completar los estudios de posgrado.

¿Dónde cursó sus estudios?

Mi educación primaria comenzó en una pequeña escuela de mi pueblo. Luego de dos años me trasladé a la Escuela Adventista de Lunjika donde completé el nivel primario, y los primeros dos años de la educación secundaria. Entonces me inscribí en la Escuela Adventista Malamulo, donde terminé los estudios secundarios. Comencé mi educación terciaria en el Colegio Solusi, hoy Universidad de Solusi, en Zimbawe. Con un diploma en teología, me dirigí hacia la Universidad de Africa Oriental, Baraton. En 1982 finalicé allí mi nivel terciario, pero no me sentía satisfecho. De manera que me dirigí hacia el Colegio Adventista de Filipinas, hoy Universidad Adventista de Filipinas, para completar una maestría con énfasis en inglés y educación.

¿Cómo llegó a ser nombrado para el servicio diplomático de su país?

Ese nombramiento me tomó por sorpresa. Había estado trabajando para la Iglesia Adventista de Malawi como director de Educación de su Unión por diez años. Durante ese tiempo tuve oportunidad de relacionarme con varios oficiales de alto rango del gobierno, incluyendo el presidente de Malawi, al tramitar asuntos de la iglesia. Cuando el presidente supo que yo no había sido reelegido para el puesto que había venido desempeñando, me llamó y me dijo: “Me gustaría asignarle una responsabilidad en Nairobi. Apreciaré que me haga llegar su currículo personal”. En ese momento no sabía qué trabajo me ofrecería, y no lo supe hasta que recibí la carta del Ministerio de Relaciones Exteriores pidiéndome que me presentase ante el Parlamento. Allí se me nombró Vice-Alto Comisionado con sede en Nairobi, Kenya.

¿Cree usted que su formación en instituciones educativas adventistas lo preparó adecuadamente para este servicio?

Sin duda alguna. La educación adventista no enfatiza sólo un área particular de estudio. Es multifacética e integral tanto en filosofía como en métodos, y prepara a la juventud para un amplio espectro de servicios. Este tipo de formación capacita para hacer frente al trabajo y a la vida. Cuando cursaba teología, por ejemplo, estudié también oratoria, aconsejamiento y servicio comunitario. Durante mis estudios de inglés tuve contacto con la literatura universal, conociendo a autores extranjeros que expandieron mi acervo intelectual. La educación adventista amplía el horizonte personal, nos motiva hacia la excelencia y moldea nuestro carácter con principios rectos.

¿Cuáles son sus responsabilidades como Vice-Alto Comisionado?

Mi responsabilidad primordial es asistir al Alto Comisionado en su tarea de representar al presidente de Malawi y los intereses de la nación ante los países en los cuales servimos. Toda función que no sea directa responsabilidad del Alto Comisionado queda en mis manos para ser asumida con la misma autoridad. Además, tengo otras responsabilidades específicas, tales como agregado de defensa, oficial administrativo, asesor político a cargo de la información de prensa para el presidente, agregado comercial, oficial consular, jefe de cancillería y supervisor de finanzas.

¿Cómo administra usted todas esas responsabilidades?

Cuando uno tiene que cubrir muchas responsabilidades tiende a trabajar más para cumplir todas ellas. Desde temprano en mi vida me acostumbré a trabajar duramente, enfrentando dificultades.

¿El ser adventista en el cuerpo diplomático le ofrece alguna oportunidad especial?

He leído y oído que el mundo necesita Danieles modernos. Ser adventista me ha dado la oportunidad de servir como Daniel en el contexto de la diplomacia. Esto permite que me relacione con dirigentes de gobierno y jefes de estado. Desde mi puesto puedo servir y ayudar a muchos.

Hay quienes dicen que el servicio diplomático es parte de la política. ¿Qué dice usted?

No sé si esa afirmación es totalmente correcta. Por cierto, ser diplomático es ocupar un cargo político. Pero en el estricto sentido de la palabra un diplomático no es un político. Dedicamos la mayor parte del tiempo a negociar tratados o acuerdos comerciales y a atender asuntos inter-gubernamentales. El servicio exterior de una nación tiene que ver con negociaciones y trámites. Continuamente estamos negociando asuntos como acuerdos mediante los cuales Malawi se beneficiaría en su intercambio comercial con Kenya y viceversa. De modo que no nos dedicamos a la política, sino al arte de la negociación para poder cerrar tratos eficazmente.

¿Cómo conecta usted su vida religiosa con su labor diplomática?

Mi función actual no afecta de manera negativa a mi fe en Dios, pero en muchos casos las responsabilidades que he asumido presentan desafíos a la práctica de mi fe. Por ejemplo, la observancia estricta del sábado. Hay ocasiones en que uno es convocado a reunirse con un oficial del gobierno que está de paso por Nairobi a las 6:45 de la mañana del sábado, o a ayudar a algún conciudadano en apuros en el aeropuerto. Aún en esos casos hago tiempo para participar en el culto de adoración a Dios. Sin embargo, cuando puedo planear mis actividades nunca tengo problemas.

¿Dispone usted de tiempo suficiente para dedicarlo a su familia?

Así es. Ahora puedo dedicarle más tiempo que cuando me desempeñaba como director del Departamento de Educación, pues en ocasiones pasaba hasta tres semanas recorriendo mi territorio. Ahora puedo llevar a mi familia conmigo en algunos de los viajes y estar en casa la mayoría de las noches.

¿Qué consejo les daría usted a los jóvenes adventistas que desearían acceder a un puesto en el servicio diplomático o gubernamental?

Cada uno debe estar listo para servir a su patria cuando es convocado a hacerlo. Desde luego, la gente joven debe prepararse para enfrentar desafíos relacionados con tales compromisos. Es necesario saber cómo lograr el equilibrio y asegurarse que se le están dando a los valores fundamentales la prioridad que merecen. El servicio exterior o de gobierno es una buena carrera que permite relacionarse con importantes dirigentes y autoridades. Una vez allí, como ocurrió con Daniel, se abren oportunidades para el testimonio cristiano y el servicio fiel.

Volvamos a considerar su experiencia como vendedor de publicaciones adventistas. Más allá de contribuir a su sostenimiento mientras estudiaba, ¿qué otra cosa ganó usted con esa experiencia?

Para vender libros uno necesita desarrollar habilidades negociadoras a fin de convencer al cliente a que los compre. La capacidad de persuadir también es de gran valor en la diplomacia. Hay que ser capaz de negociar, convencer y cerrar tratos. Uno debe aprender a relacionarse con personas de todo nivel socio-económico, incluso con líderes empresariales y de gobierno. Por eso creo que mi experiencia como vendedor de libros adventistas ayudó a prepararme para una carrera diplomática.

¿Podría ofrecer su consejo a jóvenes que están en dificultades tratando de solventar sus estudios?

Costearse su propia educación es una experiencia muy valiosa. El trabajar mientras se pasa por las aulas no sólo trae el necesario respaldo financiero, sino que ayuda a desarrollarse como dirigente, a lograr independencia e influencia y a capacitarse para triunfar en la vida. Así que si no aparecen los recursos para estudiar, no hay que desanimarse. Hay que persistir y buscar opciones. Trabajar con las manos. Usar la cabeza. Conseguir un trabajo aunque sea de tiempo parcial, o unirse al plan de evangelización de la iglesia mediante la venta de publicaciones. Uno nunca se lamentará de haber obtenido mediante el trabajo los recursos para solventar su educación y alcanzar sus objetivos bajo la bendición de Dios.

Hudson E. Kibuuka (D.Ed., University of South Africa), dirige el Departamento de Educación de la División de África Centro-Oriental y es el representante regional de Diálogo, desde sus oficinas en Nairobi, Kenya. Su email: kibuukah@ecde.adventist.org

El email de Ken D. Bilima: bilimagroup@clubinternetk.com o sichima@sdnp.org


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