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Los misterios del amor

Enamorarse es una de los eventos más emocionantes de la vida. Todos queremos hallar el verdadero amor y, cuando esto sucede, la vida adquiere un nuevo significado. De pronto el que ama se llena de energía. Las tareas más tediosas se realizan con entusiasmo. Nuestro paso y nuestro corazón adquieren un nuevo ritmo.

En las primeras etapas, el tiempo compartido con quien amamos está lleno de aventuras emocionantes e interludios cariñosos. Cada mirada y toque, cada conversación y beso adquieren un valor especial. Todo nos aparece bueno y perfecto. De pronto, surge el interrogante: “¿Cómo sé si esto es amor verdadero?”

Ninguno de nosotros se propone equivocarse en el amor. Queremos que la relación funcione bien. Cuando elegimos a una persona para entregarle nuestro afecto, estamos convencidos de que es una decisión acertada. Pero en demasiadas ocasiones la elección resulta ser equivocada.

El amor es tan estimulante que algunos enamorados cierran los ojos a cualquier cosa que pueda estropear sus fantasías. Es difícil, pero no imposible, diferenciar entre el amor verdadero y la infatuación. Algo que puede ayudarte es aplicar la “prueba del tiempo”: un noviazgo de dos años antes de la boda.

¿El amor todo lo puede?

Muchas relaciones fracasan a poco de comenzar porque las parejas presuponen que el amor lo puede todo: “No importa el problema, podemos superarlo. Nos amamos tanto que nos irá bien. Nada es imposible para nuestro amor”.

Cualquiera que acepte esta teoría desconoce la realidad. Si las parejas que tienen una o más de las siguientes características insisten que éstas no son importantes, se encuentran en un terreno peligroso:

  • grandes diferencias de edad
  • diferencias raciales o culturales
  • diferencias religiosas
  • desnivel marcado en la educación
  • falta de recursos financieros
  • un matrimonio paralelo o anterior
  • desaprobación de los padres
  • desacuerdo respecto de la posibilidad de tener hijos
  • alcoholismo, drogas, juegos de azar, u otro hábito compulsivo

Tina y Andrés noviaron por un año. Tina se había criado en un hogar muy religioso mientras que Andrés creció sin religión alguna. Antes de conocer a Tina, nunca había estado en una iglesia. Durante el noviazgo, dialogaron sobre sus diferencias religiosas, aunque no en profundidad. Andrés acompañó a Tina a la iglesia para hacerla feliz, pero nunca se comprometió con Dios o el cristianismo. Como la acompañaba a la iglesia, Tina pensó que Andrés aceptaba su fe, aunque él nunca dijo algo que lo confirmara. Se llevaban tan bien en los demás aspectos que pasaron por alto el tema de la religión. Ninguno quería causar discordia. En su interior, Tina sabía que nunca podría abandonar su fe, y Andrés sabía que nunca podría ser religioso como ella. Ambos pensaron que el amor mutuo superaría todos los obstáculos.

Tina y Andrés se casaron pero se distanciaron en todo lo relacionado a la fe, la iglesia y la espiritualidad. Al evitar hablar del tema antes de la boda, en realidad estaban diciendo: “Si nos amamos lo suficiente, podemos resolver nuestras diferencias religiosas”. De casados hallaron que esto no era tan fácil. Andrés ya no trató de adaptarse a Tina y dejó de asistir a la iglesia. Tina procuró amarlo así, aunque carecía del líder espiritual que anhelaba para su hogar. Tina quería como esposo a un hombre que orara con ella por sus problemas, que fuera un guía espiritual y un modelo de piedad para sus hijos.

Por más enamorado que estés, por más que te prometas que ninguno de los problemas mencionados te separará, con el tiempo, el enfrentar estos temas desgastará el amor y la devoción que ahora sientes por quien amas.

Los efectos del enamoramiento

Durante las primeras etapas del enamoramiento, es probable que experimentes una amplia gama de sentimientos y reacciones, tales como pasión intensa e idealización de la persona que amas: el creer que es absolutamente “perfecta”. Esta fase romántica, también llamada infatuación, conlleva curiosos cambios emocionales y psicológicos, cambios que han sido probados en el laboratorio, y que son reales. Por ejemplo, el enamoramiento hace que una mujer parezca más bonita. Las investigaciones han mostrado que “los hombres y las mujeres enamorados caminan más erguidos y parecen más altos porque la columna se estira”. Se activan intensamente todas las respuestas motoras, lo que vuelve a los enamorados extremadamente conscientes y emocionalmente receptivos de sus compañeros.1

Cuando uno está enamorado, los ojos brillan más porque se incrementan las secreciones lacrimales. Esto explica los ojos brillantes y la razón por la que el mundo parece un lugar más refulgente y feliz. Los latidos se aceleran, lo que nos vuelve más susceptibles a enamorarnos.

También se produce un incremento de energía. El enamoramiento estimula la producción de epinefrina (adrenalina) que proporciona fuerzas para superar los obstáculos; de allí el sentimiento de que todo es posible.2 Otro estudio ha demostrado que el aumento de adrenalina en el organismo incrementa la ternura y el cariño. En este experimento, se inyectó adrenalina a los participantes hasta el nivel aproximado del enamoramiento. Los resultados mostraron que los que habían recibido la adrenalina se mostraban más afectuosos que los que no habían recibido la adrenalina de manera artificial. En otras palabras, el estar enamorado aumenta la capacidad de amar.3

Los enamorados son más receptivos a lo que la vida tiene para ofrecerles. Están listos para disfrutarla al máximo. Por el contrario, los no enamorados presentan una actitud más negativa o cerrada hacia los demás cuando se los ofende o están enojados. Esto lo demuestran manteniendo los brazos cerca del cuerpo, dando pasos cortos, mordiéndose los labios y caminando cabizbajos. En respuesta a esta actitud, los demás se retraen también de ellos. Esto los convierte en personas desdichadas que piensan que los demás no los aman y que nunca reciben el amor y la atención que desean o necesitan para ser felices.

Algunos jóvenes se preguntan por qué les cuesta tanto cultivar una relación y por qué parecen ser rechazados por los demás. En realidad, están enviando señales negativas que hacen que los demás los rechacen.4

Cuando uno está enamorado, la memoria se agudiza, aunque selectivamente. La persona enamorada posee la habilidad extraordinaria de recordar todo respecto del objeto de su afecto. Puede que olvide que tiene un examen o de activar el reloj despertador, pero no olvidará detalles de su amado o amada.

Los enamorados quieren estar cerca de la persona que aman. Si tu compañero o compañera siempre quiere acercarse a ti y estar a tu lado, es muy probable que esté enamorado o al menos crea estarlo.

El amor afecta la química cerebral. Un estudio concluyó que una vez que el estado emocional es definido como “amor”, se incrementa una sustancia cerebral llamada feniletilamina, que contribuye a mantener un elevado estado emocional. Resulta curioso que esa sustancia es el mismo compuesto químico que se encuentra en el chocolate, un regalo muy común entre los enamorados.5

El amor también afecta los hábitos alimentarios. Muchas personas experimentan una pérdida de apetito en las primeras etapas del enamoramiento. Una mujer me dijo entre risas que si pudiera vivir enamorada, ¡ya nunca más tendría que hacer dieta para adelgazar! Otros sienten como si caminaran en el aire o fueran transportados a un mundo donde apenas perciben lo que pasa a su alrededor.

Los enamorados pueden tener manos sudorosas, hormigueo en el estómago, pupilas dilatadas, entre otros síntomas verificables. Esos efectos fisiológicos tienen a decrecer con el tiempo. Personalmente, me alegra de que sea así. De lo contrario, ¡estaría exhausta después de años de tener todos esos síntomas cada vez que mi esposo entrara por la puerta!

En los comienzos de la relación, es común pensar continuamente acerca de la persona amada. Elena dice con ensoñación: “Me voy a dormir pensando en él, y él es el primero en quien pienso al despertar. Y entonces comienzo un día nuevo donde nunca se aleja de mis pensamientos”. Este enfoque intenso en el amado tiende a añadir aun más interés y entusiasmo a la relación. Cuando están separados, es común que una pareja en esta romántica etapa temprana espere con ansias el momento cuando se verán otra vez o cuando reciban una llamada telefónica.

Las personas que se encuentran en este estado hablan sin cesar del objeto de su afecto con cualquiera que les quiera escuchar. Es posible que el enamorado se sumerja de tal manera en la relación de amor que ignore u olvide sus responsabilidades. Kurt dice: “Me cuesta concentrarme en el estudio, y no puedo completar mis tareas. Se me amontonan sin que pueda ni siquiera realizar las que ya debo entregar. El otro día estaba en una reunión de líderes estudiantiles. Alguien preguntó algo. No supe que se estaba dirigiendo a mí hasta que vi que todos se reían”.

El amor: Una perspectiva masculina

En términos generales, los hombres se enamoran con más rapidez que las mujeres. En un estudio que abarcó a 250 hombres y 429 mujeres, los investigadores midieron la “cuota de romance” de todos los que se declaraban enamorados. Más de un cuarto de los hombres dijo que se había enamorado seriamente en la cuarta cita, en contraste con sólo un 15 por ciento de las mujeres que lo habían hecho tan pronto. En efecto, las mujeres dijeron que no habían decidido que era un amor verdadero inclusive después de 20 citas. Esto indica que las mujeres se toman más tiempo para determinar si están enamoradas o no.6

Se cree que los hombres se enamoran con más rapidez porque se sienten atraídos por las características físicas de una mujer. Un estudio determinó que los hombres sólo se toman siete segundos para decidir si desean desarrollar una relación con una mujer determinada. Es raro que los hombres sientan la urgencia de evaluar a una mujer a lo largo del tiempo cuando su apariencia es atractiva. Si les gusta lo que ven y sus hormonas responden, saben que es amor. Todo lo demás, sus habilidades domésticas, su capacidad de llevarse bien con su familia, o la clase de madre que será, son para ellos menos importantes que su apariencia física.

Es mucho más probable que un hombre concluya que está enamorado si la mujer lo hace sentir bien respecto de sí mismo. Esto satisface su necesidad de admiración y aprecio. Para hallar el verdadero amor, por lo tanto, los hombres deben ir más lentamente y amar a una mujer con paciencia y ternura durante un largo período de tiempo. El hombre que se adelanta al ritmo más lento de los instintos femeninos puede finalmente salir perdiendo.

El amor: Una perspectiva femenina

Las mujeres ven el amor de manera diferente. Por lo general les lleva más tiempo tomar una decisión y no están tan deseosas de prometer amor eterno hasta que no disciernen las cualidades internas de un hombre. Son más capaces que los hombres de evaluar las características que desean encontrar en quien esperan que sea el padre de sus hijos. Las mujeres tienen mayor capacidad de mirar hacia el futuro y de visualizar el tipo de relación que tendrán a lo largo de la vida.

Las mujeres se enamoran más lentamente porque son más conscientes de sus propios sentimientos. Es más fácil para ellas distinguir entre la infatuación, con sus emociones aceleradas, y el amor genuino, que tiende a desarrollarse con mayor lentitud. Las mujeres también sienten y disfrutan del hormigueo y las palpitaciones de la infatuación, pero al menos al comienzo, son más propensas a dejarse guiar por la razón.

A las mujeres les lleva más tiempo que a los hombre definir sus sentimientos de “amor” pero son más implacables en su búsqueda. Una vez que una de ellas decide que ha hallado la persona ideal, es probable que se torne más emocional y romántica. El amor se vuelve eufórico. Todo parece más brillante; ella se siente más feliz, más hermosa y comunicativa que nunca. Puede que halle difícil concentrarse en otra cosa que no sea ese hombre y sus sueños de un futuro compartido con él.

El amor sin límites

La sociedad utiliza los medios masivos y otras vías de comunicación para hacernos creer que el amor resuelve todos los problemas. Este concepto lleva a las personas a un terreno peligroso, ya que comienzan a esperar que el romance les brinde lo que sólo Cristo puede dar.

En lugar de depositar todas las esperanzas y los sueños en un ser humano, frágil y cambiadizo, es mucho más seguro confiar en Alguien que nunca cambia. Cristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos. Todas sus promesas se cumplen. No te quepa la menor duda: Su amor es profundo e incondicional. Siempre te amará más allá de tu apariencia, fallas o errores. Aunque otros seres humanos te engañen o te abandonen, él estará siempre listo a acompañarte y amarte de veras. Su amor es perfecto y duradero.

Cristo es el único que puede suplir todas tus necesidades, cumplir todos tus deseos, satisfacer todas tus expectativas. Aférrate a él en primer lugar, y entonces será menos probable que el amor te decepcione y por el contrario, será más probable que halles un amor satisfactorio en esta tierra.

Nancy Van Pelt es una educadora especializada en vida familiar. Ha publicado 28 libros que fueron traducidos a más de 30 idiomas. Este artículo ha sido adaptado de su libro Smart Love: Straight Talk to Young Adults About Dating, Love and Sex. Visita su sitio en la red: www.heartnhome.com.

REFERENCIAS

1. Joyce Brothers, The Brothers System for Liberated Love and Marriage (New York: Peter H. Wyden, 1972), p. 19.

2. Ibíd.

3. Ibíd.

4. Id., p. 22.

5. John James e Ibis Schlesinger, Are You the One for Me? (Reading, Massachusetts: Addison-Wesley, 1987), p. 198.

6. Nancy L. Van Pelt, Smart Love: A Field Guide for Single Adults (Grand Rapids, Michigan: Fleming H. Revell, 1997), p. 128.


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