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Lidija Odorčić: Diálogo con una médica pediatra adventista en Eslovenia

 

En marzo de 2005 la Dra. Lidija Odorčić fue nombrada Pediatra del Año en Eslovenia. Esta fue la segunda vez que ese honor fue otorgado a un adventista desde que este reconocimiento nacional fue establecido hace diez años. La distinción es concedida por un periódico de salud de circulación nacional que solicita al público que llame o envíe el nombre del profesional de su preferencia a su radio o diario local. La campaña tiene lugar el primer trimestre de cada año, al cabo del cual el ganador es públicamente anunciado. En 2005, la Dra. Odorcic obtuvo la mayoría de los votos de una lista de 1.535 médicos.

“Este reconocimiento –dice la doctora– no es un premio profesional. Es más bien un reconocimiento a la buena comunicación con los pacientes”. Un organizador de la campaña comentó: “Este reconocimiento es una expresión de agradecimiento y respeto por el buen trabajo, sacrificio, amabilidad y filantropía”.

Cuando la Dra. Odorcic y su esposo, también médico, se trasladaron hace veinte años a Kocevje, una pequeña ciudad de 12.000 habitantes, no había adventistas ni allí ni en sus inmediaciones. Gracias al impacto positivo que hicieron en la comunidad, se estableció una iglesia adventista en junio de 2002. Eslovenia, con sus dos millones de habitantes, tiene hoy más de 500 adventistas que se congregan en 13 iglesias.

 

Apreciaremos que nos cuente algo sobre usted, su familia y su trabajo.

Soy médica y atiendo alrededor de 1.800 pacientes, mayormente niños y adolescentes. Junto con mi esposo, médico de práctica familiar, dirigimos una clínica en Kocevje. Tenemos dos hijos. El mayor está estudiando filosofía en la universidad y el menor todavía está en la escuela secundaria.

Korcevje es una ciudad pequeña situada a 60 kilómetros al sur de Ljubljana, la capital de Eslovenia. Sus límites bordean un denso bosque donde todavía se pueden ver osos, linces, ciervos y otros animales salvajes. Resulta una tarea desafiante atender a pacientes a 60 kilómetros de distancia del hospital más cercano.

Empecemos por los días de su infancia...

Yo nací en Delnice, Croacia, cuando todavía era parte de la Yugoslavia comunista. Mis abuelos eran adventistas. Sin embargo, en la época en que nos criábamos las autoridades políticas consideraban la devoción religiosa de manera negativa, lo que podía representar un obstáculo para nuestra educación o cualquier otra clase de promoción profesional. Esa fue la razón por la que, cuando todavía era niña, yo quería ser una modista independiente. De esa manera podría guardar el sábado sin problemas. Mi hermana menor y yo crecimos en un hogar cálido y acogedor, bien conducido por nuestros padres dedicados y cariñosos.

Comencé mi educación en una escuela de música. Cuatro años después nuestra iglesia local se quedó sin organista y yo fui nombrada para ocupar su lugar. Cuando estaba en tercer grado sentí la fuerte impresión de que debía ser médica. Recuerdo las circunstancias que rodearon mi decisión. Nuestra familia estaba visitando a una pariente que hacía poco había regresado convaleciente del hospital. Ella se quejaba del trato rudo de las enfermeras y los médicos. Sentí una profunda compasión por ella y decidí: “Muy bien, yo voy a ser médica. Pero voy a ser una médica cortés y amable”.

Luego de completar mis estudios primarios, asistí a una institución adventista que tenía una escuela secundaria y un centro de formación teológica en Marusevec, Croacia. La escuela funcionaba en un castillo del siglo XVII. Estaba llena de jóvenes, todos cristianos. Enseñaban música también. Así que nuevamente tuve la oportunidad de tomar mis clases de música.

¿Cómo ingresó a la escuela de medicina?

Cuando estaba en la escuela secundaria dediqué la mayor parte de mi tiempo a la música y menos tiempo a las ciencias. Por causa de una nota baja en ciencias no fui seleccionada para ingresar en la escuela de medicina en Zagreb. De manera que terminé entrando en la Academia de Música. Un roce con un profesor de piano de malos modales me amargó, así que me puse a orar para que de alguna manera se me abrieran las puertas para poder ingresar en la escuela de medicina.

Y Dios abrió las puertas. Por un milagro fui aceptada en forma repentina. Eran los días en que todavía el antiguo régimen estaba en el poder. De vez en cuando había clases y exámenes los sábados. Con oración y cierta diplomacia me las arreglaba para conservar mis privilegios sabáticos. Pero en el tercer año de estudio enfrenté un obstáculo real. La clase de anatomía patológica tenía prácticas todos los días de la semana. Cada día se daba un tema particular, y si uno perdía un día debía recuperarlo el mismo día de la siguiente semana. Esto representaba un serio problema para mí, pues nunca podría recuperar mi sesión de laboratorio del sábado sin violentar mi conciencia. Hablé con la profesora a cargo pidiendo una excepción por causa de mi fe. No sólo no quiso dar lugar a ninguna excepción, sino que además fue muy áspera conmigo e insultante contra mi fe y mi iglesia. Esa profesora era muy influyente, antigua y feroz militante del partido de entonces. Aunque frustrada, continué mis estudios y tomé todas las otras clases. Lo pude hacer tan bien que cuando llegaron los finales pasé el examen fácilmente.

¿Y entonces qué?

Cuando terminamos nuestros estudios de medicina, mi esposo y yo fuimos a trabajar a Eslovenia. En el lugar donde nos establecimos no había ninguna presencia adventista. La iglesia más cercana se hallaba a 45 km de distancia. Esto significó decir adiós al coro, los grupos vocales, la escuela sabática, la sociedad de jóvenes y otras actividades de la iglesia.

Por muchos años mi esposo y yo trabajamos junto con los dirigentes de la Iglesia Adventista, presentando seminarios de salud y estilo de vida en muchas iglesias de nuestra asociación. Finalmente decidimos presentar uno de esos mismos seminarios en nuestra ciudad. Pronto pudimos tener una iglesia con diez miembros y un número similar de amigos y simpatizantes.

Entiendo que ustedes practicaron su profesión en unidades médicas del gobierno. Su esposo fue director de una de ellas. ¿Cómo inició su propia práctica privada?

Con la disolución de Yugoslavia surgieron nuevas fronteras, así como nuevas oportunidades y libertades. Primero, mi esposo inició una clínica privada y posteriormente yo lo acompañé.

Disfruto mucho de mi trabajo. Cuando veo la alegría en los rostros de mis pacientes, las victorias sobre sus problemas, su confianza y cooperación en los tratamientos, me siento feliz. Cada día veo en mi consultorio a muchos bebés y niños que llegan para hacer sus revisaciones regulares, vacunaciones y controles de crecimiento. ¡Trabajar con niños es siempre una fuente de alegría!

Si en su juventud alguien le hubiese dicho que sería nombrada Pediatra del Año en Eslovenia, ¿qué habría pensado entonces?

Mi reacción hubiera sido, ¡imposible! Como médica independiente estoy sujeta a frecuentes inspecciones y supervisiones, lo cual no sucede con mis colegas que sirven en las instituciones públicas. Debo ser muy cauta en la prescripción de medicamentos y al mismo tiempo tengo que ser cuidadosa y proteger los derechos de mis pacientes. Una profesional que respeta las reglas no puede ser popular. De modo que me sentí realmente sorprendida cuando la elección recayó en mí durante la última competencia.

¿Cuáles considera usted que son los principios más importantes en su práctica profesional?

Yo creo que el evangelio nos ofrece algunos principios básicos aplicables a cualquier profesión. Como cristiana no debo hacer discriminación de personas. Debo respetar la integridad y la privacidad de todos aquellos con los que trabajo. Debo mostrar apoyo y comprensión doquiera se necesite, y tengo que llevar adelante mi tarea con honestidad, confianza y amor. Con estos principios guiadores todos podemos tener éxito.

¿Cómo es la situación religiosa en Eslovenia? ¿Qué pasa con la Iglesia Adventista?

Durante los siglos XVI y XVII Eslovenia era un país protestante, pero luego de esos años se volvió mayormente católica. Últimamente fuertes influencias seculares y de la llamada Nueva Era están aumentando en forma considerable. Pero todavía hay gente que está buscando la verdad. La Iglesia Adventista, aunque pequeña en número, es muy activa. Estoy segura que con la ayuda de Dios y con la integración de los jóvenes que están al frente, nuestra iglesia crecerá.

¿Qué les aconsejaría a los jóvenes adventistas que se hallan en los umbrales de sus carreras?

Nuestras prioridades son las que hacen la diferencia entre nosotros como cristianos y el resto del mundo. El sendero que se abre delante de nosotros no es de rosas. Es pedregoso, duro y a menudo empinado. Pero apoyándonos en Dios y sus promesas podemos transitarlo. Mi consejo es el mismo de Salomón, y continúa siendo mi lema: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará todas tus veredas” (Proverbios 3:5, 6).

Adventisticni pregled, el periódico de la Iglesia Adventista de Eslovenia. Su dirección electrónica es: advent.pregled@siol.net

La dirección de la Dra. Lidija Odorčić es: lidija.o@siol.net


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