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Dulce Neto: Diálogo con una periodista adventista en Portugal

 

Dulce Neto nació en 1964 en Angola. Cuando la guerra civil arrasaba el país, su familia se mudó a Namibia y dos años más tarde a Portugal. Entró a la Iglesia Adventista del Séptimo Día cuando tenía 10 años.

A cumplir 19 años, con notas muy altas en la escuela secundaria, ingresó a la carrera de derecho en la Universidad de Coimbra, la institución de altos estudios más antigua del país. Siendo estudiante, comenzó a escribir para distintos diarios. Al concluir la carrera debió realizar una pasantía de perfeccionamiento, pero se sentía cada vez más atraída por el periodismo. En 1989, entró a trabajar para el respetado periódico Público.

Ser editora en un periódico nacional y a la vez educar sola a sus dos niñas no es tarea fácil, pero eso no le impide dedicar tiempo a la iglesia y colaborar como directora de jóvenes, cofundadora de AMiCUS en Portugal, y moderadora en paneles de la iglesia acerca de asuntos delicados tales como el aborto y la homosexualidad. Actualmente es la directora del Ministerio de la Mujer y Ancianos en su iglesia y frecuentemente es invitada a predicar.

Cuéntenos cómo llegó al periodismo.

Mientras completaba mis estudios secundarios, me sentí atraída por la historia. Sin embargo, después de buscar el consejo de varios pastores, me convencí de que la iglesia necesitaba más expertos en leyes. En mi tercer año de la universidad, tuve la oportunidad de trabajar para la radio de la universidad y ese mismo año comencé a escribir para un periódico de Coimbra. Asimismo participé en un grupo que debatía en cuanto a derechos humanos. Fuimos los primeros en Portugal en denunciar el trabajo infantil, y también hablamos sobre terrorismo y los derechos de los presos, etc. Este grupo produjo impacto en mi, y me motivó hacia el periodismo.

¿Y entonces?

Al concluir mi entrenamiento profesional, me matriculé en un programa de posgrado en leyes de la comunicación y más tarde comencé un programa de maestría en derecho penal. Sin embargo como falté a muchas clases en sábado, no pude escribir mi tesis ni obtener ese título. Entonces realicé una maestría con énfasis en organizaciones e instituciones europeas.

En el periódico nacional Público me asignaron la responsabilidad de ser editora de la sección de educación. A los 34, fui la primera mujer a formar parte del consejo editorial del periódico a la par que era la primera directora ejecutiva. Después de un tiempo, sin embargo, solicité un cambio en mis responsabilidades porque estaba esperando a mi segunda hija. Así es que comencé a trabajar como reportera para Pública, la revista semanal de Público, y dos años más tarde me convertí en su editora. Cuando se reorganizó la revista, pasé a ser responsable de uno de sus departamentos más importantes y tengo los sábados libres. Hasta el momento, todos aceptan este arreglo.

Quiénes fueron las personas que ejercieron mayor influencia en su formación?

Primero, mis padres. Mi madre es una ávida lectora, y ella me enseñó a gozar la lectura desde una temprana edad. Por otra parte, mi padre me estimuló a aprender y tener altos ideales para la vida. A los cuatro años, tanto mi hermano como yo habíamos aprendido a leer y a hacer cálculos.

El pastor João Esteves ejerció una influencia poderosa en mi desarrollo cristiano. Él nos enseñó la belleza del evangelio y la confiabilidad de la Biblia como guía para nuestra vida. En la escuela secundaria, tuve un muy exigente pero extraordinario profesor. En cierta ocasión me dijo, “¡Tu estás a cargo de las próximas cinco clases!” Y tomé el desafío. Su actitud me motivó y me dio confianza en mí misma.

He atesorado siempre una declaración que Elena White escribió en Mensajes para los jóvenes: “No deberías contentaros con adquisiciones mezquinas. Escoged una norma elevada y no escatiméis esfuerzos para alcanzarla […]Hay responsabilidades para cada uno; y sólo podemos cumplir la gran misión de la vida cuando aceptamos plenamente estas responsabilidades y las desempeñamos fiel y concienzudamente”(pp. 33, 34).

¿Cómo comenzó a trabajar para Público?

Los que apoyaban el proyecto anunciaron que iba a ser el mejor periódico de Portugal. Entre las muchas solicitudes recibidas se pre-seleccionaron a 600 periodistas. La primera evaluación fue en sábado y fue muy duro para mí no poder participar, sabiendo que varios de mis amigos iban a realizarla. Cuando llamé por teléfono para pedir una excepción, los organizadores se rieron de mí. Traté de consolarme recordando que “Dios abre una ventana cuando hay una puerta cerrada.”

Cuando se dieron a conocer los resultados, sólo 20 de los 600 periodistas serían contratados y otros 20 fueron seleccionados como colaboradores. Esto significaba que yo estaba completamente excluida. Sin embargo, inesperadamente recibí una llamada telefónica en la que me preguntaron si estaría dispuesta a ser también parte del grupo de colaboradores. Dijeron que mi solicitud había sido una de las mejores, y que sabían sobre mi trabajo en la radio y en otros periódicos. ¡Eso fue asombroso!

¿Qué fue lo que la atrajo al periodismo?

Un buen periodista tiene el poder de provocar cambios y hacer una diferencia para bien. Por ejemplo, si hacemos un informe sobre un barrio pobre, las autoridades locales se activan para remediar la situación. Cuando se escribe sobre un importante tema educativo que debe ser tratado, el gobierno realmente hace algo en la dirección que uno señaló en el periódico. Por supuesto, hay que conocer los hechos y presentar buenos argumentos.

En cierta ocasión el Ministro de Educación portugués, Marçal Grilo, me invitó a acompañarlo como periodista mientras él visitaba escuelas del gobierno y se reunía con educadores. Dos veces me pidió que cubriera visitas a escuelas en sábado, pero le respondí que no podría hacerlo debido a mis convicciones religiosas. De ese modo supo que yo era adventista y lo que eso significaba. Respetó mi decisión. Dos años más tarde me pidió que escribiera un libro acerca de él y de sus ideas. Confió tanto en mí que incluso me dio acceso a su diario personal.

¿Cómo logró no trabajar en sábado?

Cuando comencé a trabajar para Público, no podía ser miembro del consejo editorial porque no estaría en la oficina los sábados. En 1991, el jefe de redactores, que apreciaba mi trabajo, me preguntó un poco en broma, “¿si un avión se estrella en las Universidad de Coimbra en sábado, usted cubriría la historia?” Dije, “no, pero podemos hacer un trato. Permítame ser parte estable del grupo editorial, y el día que el avión se estrelle contra los edificios de la UC y yo no haga mi trabajo, usted puede despedirme.” ¡Hasta hoy no ha habido ningún accidente de avión! (riendo) Cuando me designaron como editora ejecutiva, era responsable cada día de la primera página del periódico. Eso creó un problema para los viernes de noche y sábados. Entonces le pregunté al director qué haríamos, y él sólo dijo que no había problema. Esa fue una respuesta fantástica de Dios. Él contesta nuestras oraciones cuando somos fieles.

Háblenos acerca de su desempeño en AMiCUS Portugal.

Ésta es una iniciativa importante. Fui parte de la comisión que en 1997 bosquejó los primeros estatutos para la asociación. Estuve también entre la delegación portuguesa que asistió al Congreso de AMiCUS de la División Euro-Africana en Italia en 2005. El número de jóvenes adventistas que estudian en instituciones de educación superior en nuestro país continúa creciendo. Éste es un ministerio al que nuestra iglesia debe dar prioridad.

Usted también luchó por los derechos de los estudiantes adventistas...

Había una ley que protegía los derechos de los estudiantes de nivel secundario para observar el sábado, pero no se aplicaba a los estudiantes de educación superior. Cuando asistía a la universidad, argumentaba persistentemente que la ley se debía aplicarse también a nosotros. Cierta vez al faltar a un examen en sábado dos de mis colegas escribieron un documento de 15 páginas argumentando que mi conciencia debía ser protegida por la ley portuguesa; el mismo argumento que yo había usado para ayudar a otros estudiantes adventistas. Mientras tanto, el gobierno se sensibilizó, y ahora también existe una ley que protege las convicciones religiosas de estudiantes universitarios.

¿Qué consejo daría a un adventista que está pensando estudiar periodismo?

Esta carrera no es incompatible con tus convicciones y ofrece muchas oportunidades de servir e influir en la opinión pública. Pero ¡deberías ser el mejor! Los problemas con la organización empleadora pueden presentarse en cualquier profesión. Debido a las características del periodismo, el mayor desafío que enfrentarás tendrá que ver con la observancia del sábado, pero si eres un buen profesional y si trabajas para una buena organización, los problemas se pueden solucionar, y disfrutarás de tu trabajo. Deberás ser honesto, imparcial e independiente en sus ideas.

¿Le gustaría compartir otro pensamiento con los lectores de Diálogo?

Debes esforzarte por la excelencia. Sé exigente contigo mismo, tanto en tu vida intelectual como en tu vida espiritual. Si conoces a Jesús, estarás en paz en tu profesión. Las decisiones que tomas hoy determinarán tu destino eterno, así que cultiva tu amistad con él cada día.

Miguel Nunes está estudiando ingeniería aeroespacial en el Instituto Superior Técnico, una universidad de ingeniería de Portugal. Es miembro de AMiCUS y le gusta tocar el violín. Su dirección de email: miguel_nunes@yahoo.com.

Dulce Neto puede ser contactada a través de dneto@publico.pt. El sitio del periódico para el cual trabaja es http://www.publico.clix.pt.


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